(Por favor, léase al ritmo de "Amapola, bellísima amapola")

No me acuerdo.
La amnesia de mi pasado
se ríe de mi futuro amnésico
cuando de noche divago en sueños de perlas
y me culpo por no tenerlas.

Es un collar rojo el que veo.
Rojo, rojo y negro noche
tal como amapolas
bailando en la oscuridad
al son de la brisa atlántica.

Un momento…
¿Lo perdí en España?
No, no, fue en la costa pacífica…
No he visto aquí amapolas. (¿?)
¿De dónde viene el Atlántico entonces?

Fue el destino procedente
de donde lo recibí mañana
hoy mismo
cuando todavía me culpo por la pérdida
de este collar preciado.

Volveré a buscarlo mil veces.
Lo buscaré en los rincones
no canonizados,
(¿quién escoge las obras que hacen historia?
¿Qué es la historia?)
en las esquinas
cibernéticas no exploradas,
en la presencia de un hoy,
ayer, lo buscaré ayer.

No encontré el collar,
pero si me topo con Borges
en medio de sus caminos bifurcados.

(¿En un servicio de señoras?
¿Haciéndome la toilette?)

¿Dónde? ¿Dónde perdí el collar de perlas rojas?
Destruye, destruye de este poema el verso primero.

Si encuentran el collar, devuélvanlo inmediatamente
dentro de 5 años.
Recompensa: $5,000 (ayer).

PD: La amapola es la flor estatal de California.
Son lindas como dice la canción:
"Amapoooooooooooola, bellíiiiisima amapoooooooooola…"

© Cristina Sánchez-Conejero 2003

PERLAS ROJAS:
UN POEMA ESQUIZOFRENICO
CRISTINA SÁNCHEZ-CONEJERO
Poesía Inicio

Portada Literatura Portada