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A su amada Matilde, Pablo Neruda escribió cien sonetos de amor con sonido de madera, construidos con vestigios suavizados por el "vaivén del agua y la intemperie". Con mucho sufrimiento y esfuerzo Neruda edifica sus casitas de amor hechas de recuerdos del ir y venir de "tú y yo caminando por bosques y arenales, por lagos perdidos, por cenicientas latitudes."
Dentro de los cien sonetos las imágenes se mueven como las olas para allá y para acá mientras que el poeta estira y afloja los contrastes. En el soneto XX llama a Matilde "mi fea" y "mi bella" alternadamente. ("Mi fea eres una castaña despeinada / mi bella, eres hermosa como el viento"). En el XXV dice que la belleza y pobreza de Matilde "llenaron el otoño de regalos". El soneto XXVII describe a su amor desnuda y dice que "eres enorme y amarilla / como el verano en una iglesia de oro", pero tambien "eres pequeña como una de tus uñas." Finalmente, en el XLIV le dice que la ama y no la ama "puesto que de dos modos es la vida." La última línea de este soneto es un equilibrio de sílabas entre dos opuestos: "Por eso te amo cuando no te amo / y por eso te amo cuando te amo". En el mar del amor donde pide que Matilde le permita navegar, Neruda sale y vuelve repetidamente sobre sus metáforas contrastantes.
En el soneto XXXIV Neruda llama a Matilde hija del mar. Compara su lado líquida y móvil con su poder enraizada sobre la tierra y sus frutos: Ella es nadadora y cocinera, y la espuma (del mar) de sus sueños está hecha de hierbas terrestres. Matilde también es tan sencilla y tan "breve" que representa todas las caracteristicas femeninas. En el XLIII le dice que ella es "total y breve, de todas eres una". Como el mar, el poeta sale señalando la individualidad de su mujer y regresa concluyendo que con ella recorre y ama a "un ancho Mississippi" de femeneidad.
La avispa del soneto XIX es una metáfora sexual que "va y viene equilibrando su recto y rubio vuelo" sobre la magna espuma de Isla Negra. Matilde sale desnuda del mar y regresa al mundo "llena de sal y sol, reverberante estatua y espada de la arena." Ir y venir, entrar y salir, ola de aguijones, aviones, espigas y espadas.
En el soneto LXXXIII el poeta observa dormir a su amada y dice, "Ausente, por los sueños tu corazón navega" por "las fronteras perdidas en la noche, / de este ser y no ser en que nos encontramos." La niña de madera en la proa del barco del soneto LXVIII está coronada de "antiguas olas", y sabe que vivimos en una red de "tiempo y agua y olas y sonidos y lluvia" pero no sabemos si existimos o somos un sueño. Si el amar es un viaje con agua y estrellas (soneto XII), Neruda dice en el soneto LXXXII que la nave puede traer agua o muerte o nueva vida. Él no sabe quién vive o muere. Las olas más gigantescas se mueven entre las dudas existenciales más profundas. Ser o no ser: ésta es la pregunta.
© 2004 Margaret McGavin de García
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