Nada es estable, todo es por decisión : solemos pensar que las circunstancias nos exculpan de la problemática de la decisión, que “no tenía opción” o “no había remedio”, que “no tuve la situación adecuada”, como si vivir en lo óptimo fuera un derecho, y cuando llega a tanto, ya hemos ido bastante lejos en nuestras expectativas…
la suerte que tenemos es que la inmensa complejidad del organismo humano sigue repitiéndose con eficacia, lo cual ha hecho que contra todo lo que parece probable, según nuestra experiencia del mundo del que muchas veces no sabemos sacar el jugo, el universo tan contrario a nuestros supuestos gustos e intereses nos ha dado un lugar, posibilitando todas las sustancias y complejidades de las que dependemos, y dejando que el orden y el equilibrio que mantienen nuestro ser y su contorno tal como exigen ser y seguir siendo, en condiciones que, por mucha variación emocional, social y económica que haya, son tan cercanas a lo óptimo que todavía no hay una explicación científica decisiva por cómo ha llegado a ser así…
nada es estable, pero ante la entropía gozamos de una resistencia sorprendente y afortunada : pedimos más que lo que el sorteo de los elementos y las fuerzas básicas de la física cósmica nos ha cedido porque no nos damos cuenta de lo mucho que ya es y lo precaria que es cualquier esperanza de más…