Escenas norteamericanas
José Martí
La vida
Martí, José (La Habana, 1853- Dos Ríos, 1898). Cuba. Hijo
de Mariano Martí Navarro, valenciano, y Leonor Pérez Cabrera,
de Santa Cruz de Tenerife. Fue al colegio de San Anacleto, y tras aprender a
leer pasó a la Escuela Municipal de Varones. En 1868 empezó a
colaborar en un periódico independentista, lo que provocó su ingreso
en prisión y más tarde su destierro a España. Vivió
en Madrid y en 1871 publicó El presidio político en Cuba, su primer
libro en prosa. En 1873 se fue a Zaragoza durante dieciséis meses y se
licenció en derecho, y en filosofía y letras. Al año siguiente
viajó a París, donde conoció a Víctor Hugo y a Augusto
Bacquerie. Tras su estancia en Europa vivió dos años en México.
Por esa época se casó con Carmen Zayas Bazán, aunque su
verdadero amor fue María García Granada, fuente de inspiración
en sus poemas. En 1878 regresó a La Habana y tuvo un hijo con Carmen.
Un año después fue deportado otra vez a España (1879).
Hacia 1880 vivió en Nueva York y organizó la guerra de independencia
de su país. Fue cónsul Argentina, Uruguay y Paraguay en esa ciudad;
dio discursos, escribió artículos y versos, conspiró, fundó
la Liga Patriótica y redactó las Bases del Partido Revolucionario
Cubano. En 1895, al iniciarse la guerra de independencia, se fue a Cuba y murió
en combate.
La
épica popular
Van y vienen vapores, pitan, humean, salen y entran trenes; vacían
sobre la playa su seno de serpiente, henchido de familias; alquilan las mujeres
sus trajes de franela azul, y sus sombreros de paja burda que se atan bajo la
barba; los hombres, en traje mucho más sencillo, llevándolas de
la mano, entran al mar; los niños, en tanto con los pies descalzos, esperan
en la margen a que la ola mugiente se los moje, y escapan cuando llega, disimulando
con carcajadas su terror, y vuelven en bandadas, como para desafiar mejor al
enemigo, a un juego de que los inocentes, postrados una hora antes por el recio
calor, no se fatigan jamás; o salen y entran, como mariposas marinas,
en la fresca rompiente, y como cada uno va provisto de un cubito y una pala,
se entretienen en llenarse mutuamente sus cubitos con la arena quemante de la
playa; o luego que se han bañado -imitando en esto la conducta de más
graves personas de ambos sexos, que se cuidan poco, de las censuras y los asombros
de los que piensan como por estas tierras pensamos-, se echan en la arena, y
se dejan cubrir, y golpear, y amasar, y envolver con la arena encendida, porque
esto es tenido por ejercicio saludable y porque ofrece singulares facilidades
para esa intimidad superficial, vulgar y vocinglera a que parecen aquellas prósperas
gentes tan aficionadas.
Martí observa este desfile vital y avallasador con una desazón íntima y el sentimiento de no poder encontrarle bases o intimidad alguna. Ante el espectáculo de las multitudes en Coney Island, siente su condición de exiliado. Sin embargo, se ve obligado a preguntarse por qué y se refiere a un "mundo espiritual superior", que tal vez nunca sea pisoteado por las multitudes de la sociedad industrial:
Otros pueblos -y nosotros
entre ellos- vivimos devorados por un sublime demonio interior, que nos empuja
a la persecución infatigable de un ideal de amor o gloria; y cuando asimos,
con el placer con que se ase un águila, el grado del ideal que perseguíamos,
nuevo afán nos inquieta, nueva ambición nos espolea, nueva aspiración
nos lanza a nuevo vehemente anhelo, y sale del águila presa una rebelde
mariposa libre, como desafiándonos a seguirla y encadenándonos
a su revuelto vuelo.
No así aquellos espíritus tranquilos, turbados sólo por
el ansia de la posesión de una fortuna. Se tienden los ojos por aquellas
playas reverberantes; se entra y sale por aquellos corredores, vastos como pampas;
se asciende a los picos de aquellas colosales casas, altas como montes; sentados
en silla cómoda, al borde de la mar, llenan los paseantes sus pulmones
de aquel aire potente y benigno; mas es fama que una melancólica tristeza
se apodera de los hombres de nuestros pueblos hispanoamericanos que allá
viven, que se buscan en vano y no se hallan; que por mucho que las primeras
impresiones hayan halagado sus sentidos, enamorado sus ojos, deslumbrado y ofuscado
su razón, la angustia de la soledad les posee al fin, la nostalgia de
un mundo espiritual superior los invade y aflige; se sienten como corderos sin
madre y sin pastor, extraviados de su manada; y, salgan o no a los ojos, rompe
el espíritu espantado en raudal amarguísimo de lágrimas,
porque aquella gran tierra está vacía de espíritu.
pág. 95
Las
argucias de la política
Martí, que es un político nato, describe las prácticas
de los partidos tradicionales de Estados Unidos. Lo hace extrema precisión,
sin juicios de valor; analiza las tácticas dirigidas a ocupar el espacio
del otro y deshacer su programa político.
Vocero y estandarte de los
"mejores" es el presidente Arthur, y su mensaje de año nuevo
fue, sin embargo, suma de toda la virtuosa sabiduría de los reformadores
de "media raza". Los republicanos hurtan a los demócratas todo
su programa; de modo que haya el año próximo razón de reelegirlos,
por haber escuchado a tiempo el mandato popular, e innecesidad de elegir a los
demócratas por cuanto los republicanos realizaron en leyes, todas sus
demandas de mejoras.
El país, alarmado de la concentración del servicio público
y aterrado de ver que el poder se le escapaba de las manos -porque el que no
trabaja abjura- y el que no cuida su bien, no lo merece -se muestra decidido
a poner su servicio en manos nuevas-: y como las manos de los demócratas
están tendidas, parece querer dejar caer el servicio público en
manos de los demócratas. Estos, para lograr vida, han menester de servir
fidelísimamente al pueblo que se vuelve a ellos. Sólo por prometer
reformas, están en vísperas de triunfar. Pero como ya el país
teme de prometedores, sólo por cumplirlas triunfarán. Y de este
modo quedan. La Nación, que entiende que los demócratas necesitan
cumplir sus promesas para mantener el poder, se mueve hacia ellos, interesados
en ser virtuosos. Tal va ya estando la virtud, que es necesario ponerla del
lado del interés para que venza.
pág. 277
El
capital
Entre tantas visiones de América, de su opulencia y materialismo aparece
otro vislumbre moderno: el capital está asociado con la movilidad de
las clases sociales y remueve una y otra vez, con extrema perversidad los órdenes
establecidos.
Seducen estas vidas milagrosas.
Mueren en palacios reales hombres que nacen en cabañas, o bajo aleros
de tejados. Una loba crió a Remo. ¡Mejor nodriza es la dificultad,
que cría a estos hombres! En ellos no es la vida reflejo de libros, que
hace pálido el rostro, inflama el cerebro y falsea la existencia: ni
tradición de familia, que echa al hombre a vivir cargado de cadenas:
ni copia de obra ajena, que trueca al vivo en queso redondo vaciado en molde
de quesos.
pág. 290
Escena americanas es un libro futurista en el que Martí retrata en pleno siglo XIX las obsesiones del capitalismo contemporáneo.
Direcciones de interés
Bibliografía de referencia
Texto Copyright © 2002 Linkgua
Diseño Copyright © 2002 Casavaria
Protecciones copyright