La espera
— ¡Ah! ¿Qué hago aquí? todavía sentada en este maldito lugar, todo me pesa, voy a levantar los brazos, eso me va a ayudar. ¿Alguien dijo la hora? ¿Por qué no lo oí? Ese maldito ruido de la calle que nunca termina, si parara por un minuto. Por favor…sólo por un minuto….
— ¿Quién salió? bueno, bueno, ¡NO! Mira que ese Rijo cada día se pone más bueno, si no estuviera con la imbécil esa de Teresa, pero…alguien tendrá que joderla, mira que bastante daño ya ha hecho. Todo está tan caliente y pegajoso…creo que tengo peste, si dejaran la puerta un poquito abierta para cuando llegue mi turno y abrieran esas ventanas a lo mejor este vaho se va y puedo….María Campanela. ¡Al fin! a ver si salgo de…
— ¡Buenos días compañera! ¿Es usted María Cam…
—…panela. ¡Sí!
—Y bien compañera ¿Sabe porqué la citamos?
—No, no estoy segura… ¿por qué me citaron?
—No se preocupe que yo le digo: Usted conoce a los compañeros Teresa y Rigoberto ¿cierto? ellos están aquí representando su núcleo del Partido y como ustedes trabajan juntos, nosotros les pedimos que estuvieran presentes
—Teresa nos estuvo hablando de usted, además revisamos su expediente laboral y estudiantil y vimos que usted sólo tiene una mancha, en la universidad, cuando andaba con un joven contrarrevolucionario. ¿Es cierto que es el padre de su hija?
—… ¿Y eso está escrito?
— ¡No! ¡No!— Eso lo dijo la compañera del C.D.R cuando fuimos por su barrio, ella también dijo que usted es callada, hace las guardias del Comité y que nunca habla del joven.
—Señor, ¿Cómo se llama usted? ¿Para qué me citaron?
— ¡No me digas señor, eso es de burgueses! Pues hay un problema con la solicitud de ingreso a las filas del Partido, usted puso que no desea integrar las filas por problemas personales y yo no entiendo cuáles pueden ser esos problemas tan importantes. ¿Usted no ha pensado en el sacrificio de nuestro pueblo? ¿En la lucha en contra del imperialismo?
—Sí… pero tengo una niña pequeña y que tiene mucha asma y vivo sola con mi mamá que está enferma. Yo puse que no puedo.
—El Che era asmático, eso no es un problema para los revolucionarios. La compañera Teresa dijo que podemos contar con usted, que si hablábamos seguro que usted se convencía de la importancia de su sacrificio…
—Yo he pensado en ello y por ese respeto es que no puedo ser miembro, no podré dar el máximo
—No se preocupe, lo que importa es que usted esté dispuesta a luchar por la revolución… y será un ejemplo para su hija…. Entonces ¿contamos con su ayuda? Mire que no queremos mancharle el expediente y…
—Pero….entienda…. no puedo, yo…
—Siempre se puede; es nuestro deber
— ¡Compañero! ¡No lo hago porque no me da la gana! ¿Ya?
— ¡Mari! ¡Mija! ¡Estás empapada…!
— ¡Todo saldrá bien!— dijo su madre parada en la sombra de la puerta, mientras le llegaba un tenue olor a café.
No se acordaba de cómo llegó pero finalmente estaba en frente de la puerta.