Intento desmarcarme de un discurso que se ha hecho trivial
Entrevista con Jaime Huenún
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Jaime Huenún |
Jaime Huenún (1967) es una de las voces más importantes de la poesía escrita por autores de la etnia mapuche-huilliche. Ha publicado Ceremonias (Editorial Universidad de Santiago, 1999), Puerto Trakl (LOM, 2001, y Action Books, EEUU, 2008) y las antologías Epu mari ülkatufe ta fachantü / 20 poetas mapuche contemporáneos (LOM, 2003), La memoria iluminada: Poesía mapuche contemporánea (Cedma, Málaga, 2007) y Antología de poesía indígena latinoamericana. Los cantos ocultos (LOM, 2008). Es también coautor de las recopilaciones de relatos mapuche bilingües El Pozo Negro y Viaje a la Memoria Ancestral, publicados en Temuco los años 2000 y 2001, respectivamente. Entre los reconocimientos más importantes obtenidos por Huenún se cuentan el Premio Pablo Neruda, año 2003, y la Beca de la Fundación Simon Guggenheim, el año 2005.
En marzo del año 2002, el poeta Jaime Huenún ofreció un recital en Villanova University donde compartió con estudiantes y profesores, recorrió parte del estado de Pensilvania, caminamos largamente por las calles de Filadelfia, y la noche del 20 de marzo, tuvimos la siguiente conversación en la que habla sobre su infancia, sus inicios en la poesía, su condición de chileno mestizo, como él mismo se llama, y la poesía escrita por poetas mapuches y el interés que ésta ha conseguido en las últimas décadas en Chile y en el extranjero.
Trujillo: Para comenzar, háblanos un poco de tu vida literaria, tus primeros pasos, tu formación en la literatura.
Huenún: Mis inicios en este vicio impune, como dice alguien, empieza ya en la escuela básica, yo diría a eso de los diez años de edad con la estimulación permanente de algunos profesores, que no fue, claro, una estimulación crítica, pero sí una entusiasta estimulación, un incentivo para continuar desarrollando una habilidad que se me había descubierto, que se me había revelado a esa edad. Posteriormente, participo en algunos concursos en mi ciudad, en Osorno, de Chile. Estos concursos favorablemente los gané. En algún sentido digo favorablemente, y empezó a adjudicárseme un prestigio como novel poeta. Recuerdo que el primer concurso que gané fue en 1982. Ese año, yo estaba en octavo básico y gracias al interés de una profesora que envió unos trabajos míos a un concurso comunal de poesía yo obtuve el Primer Lugar, lo cual fue una conmoción para la escuelita básica donde yo estudiaba. La Escuela Básica N° 362, que antiguamente se llamó Escuela N° 5 y que fue el colegio donde estudió mi padre en la década del 50, así que era un viejo edificio que albergaba a muchachitos pobres de todos los alrededores. Era un colegio que quedaba a la orilla del río Damas, que ya en ese tiempo estaba tan contaminado como hoy día. Yo, junto con otros compañeros, caminaba media hora desde nuestro barrio para llegar al colegio que quedaba cerca del centro de la ciudad.
Bueno, el que yo haya ganado ese premio significó una conmoción, una especie de revelación para los profesores que hubiese alguien en el colegio que se dedicara a hacer algo que no fuese jugar a la pelota. Eso me condujo rápidamente hacia el túnel de la fama en mi escuela. El premio fue muy celebrado, incluso hubo un acto al que se me pidió que asistiera, pero yo, como era muy tímido, no asistí.
Pero este primer premio que yo obtuve en esta cosa de la poesía tuvo una de dulce y otra de grasa, como se dice. Precisamente, en ese tiempo murió mi abuela materna. El premio era una buena cantidad de platita para ese entonces. Eran unos cinco mil pesos el 82, de modo que corresponderá a unos veinte mil pesos de hoy, lo que para un niño no era mala plata. Ocurre entonces que mi abuela materna fallece en Valdivia y en mi casa no hay ni un solo peso para viajar al velorio y a todos esos ceremoniales. Yo consigo esa plata y mi padre, que es quien controla el dinero, decide que con ese dinero pueden viajar al velorio de mi abuela. Así que en ese sentido el premio tuvo una utilidad práctica en un momento difícil, sobre todo para mi madre, pero recuerdo también que ese dinero sirvió para comprarme un par de zapatillas que yo no tenía, así que fue bien útil en ese aspecto. Pero ese premio también fue engañoso en algún sentido porque mis profesores, lamentablemente, no tenían una formación en lo literario, entonces ellos únicamente se conformaban con recibir mi parte de textos y poemas que ellos inmediatamente calificaban de tales sin tener una visión crítica de mi trabajo, de mi pequeño trabajo de ese instante.
Luego, yo ingreso al Colegio San Mateo de Osorno, que es un colegio prestigioso en la ciudad, un colegio de jesuitas al que yo pude entrar gracias a una beca que tenían para algunos estudiantes pobres de la ciudad. Entonces, yo ingreso a este colegio y empiezo a desarrollar más mi capacidad como lector porque había una importante biblioteca y empiezo a participar en los concursos que el mismo colegio organizaba, los cuales empecé a ganar por la habilidad innata que tenía con las palabras, pero lo demás continuó igual como estaba en el colegio básico, con la apreciación complaciente de los profesores, sin ninguna estimulación crítica. Ellos recibían mis cosas y las aceptaban tal como llegaban. Sin embargo, eso cambió radicalmente cuando llegó Sergio Mansilla, el poeta de Castro, de Chiloé, que llegó a hacer clases a ese colegio e inmediatamente mostró su interés por los jóvenes que escribían. Nosotros organizamos un pequeño taller el cual él accedió a dirigir. Nos juntábamos un par de veces cada semana junto con otros tres o cuatro muchachos. Nos reuníamos y conversábamos sobre nuestros trabajos y Sergio nos entregaba una orientación en cuanto a lecturas y todo lo que tenía que ver con un desarrollo un poco más profundo de la creación literaria. Yo diría que ese taller, que fue un taller de pocas personas, un taller solitario en el sentido que era una actividad que no recibía ninguna compensación al interior del colegio, una actividad que no era popular, que no tenía ningún impacto dentro del colegio, fue realmente la primera escuela rigurosa que yo tuve en cuanto al manejo y al control de la palabra poética.
Sergio, aparte de ser un hombre talentoso, es un crítico implacable y nos enseñó con su mirada crítica a alejarnos de la autocomplacencia, que es lo peor para el desarrollo de cualquier actividad humana. Así que eso, yo diría, fue mi etapa más dura de aprendizaje, pero, al mismo tiempo, la más gratificante en el sentido que yo pude empezar a generar una escritura más personal y, por supuesto, más enraizada en un conocimiento real de la literatura y de la poesía.
Trujillo: ¿Participaste también en talleres en la universidad o te pareció que ya era una etapa superada?
Huenún: En la universidad participé en algunos esporádicos talleres, también con Sergio nos juntábamos aunque esto no fue sistemático porque en ese tiempo la situación en la universidad era muy compleja y cualquier actividad que se realizara sin el conocimiento de la administración podía ocasionar problemas a los profesores, por lo tanto no había una formalidad en la ejecución de los talleres, así que nos reuníamos esporádicamente. Sergio participó en algunas de esas reuniones en mi primer tiempo en la universidad de Osorno, en realidad un instituto profesional en ese tiempo y posteriormente se organizaron algunos grupos independientes sin la participación o la dirección de profesores. Recuerdo que en ese tiempo el Instituto Profesional de Osorno todavía organizaba los Encuentros de Poetas del Sur, en Las Cascadas. Yo participé en un par de esos encuentros y era a lo que podíamos acceder como poetas. No todos los que escribían en el instituto tenían la posibilidad de ir a esos encuentros, entonces era bastante provechoso tener la posibilidad de participar en ellos. Yo fui en dos oportunidades y ahí conocí de primera mano toda la poesía sureña, a todos los representantes de la poesía del sur. A Clemente Riedemann, a Jorge Torres, a Carlos Trujillo, a gente de Temuco como Guido Eytel, jóvenes poetas que estaban también recién empezando a generar sus trabajos; gente de Concepción, algunos escritores más consagrados de Santiago, como Jaime Quezada. Es decir, toda una revelación. De todas maneras el IPO también organizaba algunas actividades con poetas. Recuerdo que Sergio Mansilla me invitó antes que yo saliera del liceo. El año 86 me invitó a escuchar a Gonzalo Rojas. Me acuerdo vivamente de eso porque fue un día de mucha lluvia, llegamos muy mojados al auditorium del instituto, los espectadores no eran muchos. Gonzalo Rojas fue también una revelación auditiva por su manera de leer poesía y, además, por su puesta en escena porque él es una persona que maneja a su público, que controla la mesa, y que de alguna manera establece una relación muy interesante con la gente que lo está escuchando, una comunicación plena, un control de los gestos, de la voz, y una manera de intimar con el auditor que a mí me sorprendió.
Era la primera vez que tenía la experiencia de ver a un poeta que tuviera tanto control sobre su lectura, sobre su material, sobre su gestualidad, y creo que por el oído me entró gran parte de la poesía de Gonzalo Rojas y a través de Gonzalo Rojas la poesía de Vallejo, la poesía de Pablo de Rokha que después fui descubriendo. Entonces, de alguna manera, estas pequeñas actividades que se realizaban, también eran actividades de tipo colectivo donde uno participaba y donde uno tenía la posibilidad de crecer y de conocerse. Estas actividades, te repito, no eran constantes en el instituto. De pronto se armaba un grupito que tenía la colaboración de un profesor, pero eso se terminaba muy pronto porque los profesores tenían otras responsabilidades y generalmente estas iniciativas no eran parte del currículo, así que el entusiasmo se terminaba muy pronto y había que continuar prácticamente a solas.
Trujillo: Con lo anterior ya hemos cubierto someramente la primera parte de la formación literaria del poeta Jaime Huenún que ya tiene dos libros publicados, que tiene poemas publicados en diversas antologías, cuyo nombre es conocido y comentado en el medio literario chileno, cuya poesía se comenta en diarios y revistas y que hoy día está de paso por los Estados Unidos, invitado por su poesía, por el trabajo que ha desarrollado, por sus libros y, sin duda, por ser un poeta mapuche. Mi pregunta, Jaime, porque sé que tú manejas muy bien el tema, con mucha seriedad y mucha organicidad, es la siguiente: ¿Te parece que en este momento hay un estereotipo de poeta mapuche tanto en Chile como en el exterior?
Huenún: Yo creo que es inevitable el hecho de convertir a un poeta o a una tendencia poética en materia de estereotipo o de cliché; siempre va a llegar esa situación porque así se ha presentado históricamente la literatura. De repente, las demandas extra-literarias son mayores que las demandas estrictamente literarias, digo, de un público que es cambiante y que es un público que muchas veces tiene otras necesidades, no solamente las de leer poesía o interiorizarse de lo que es la poesía en este caso.
Yo creo que en Chile se ha generado una visión muy complaciente de lo que es la poesía escrita por poetas de origen mapuche. Creo que hay una valiosa poesía escrita por ejemplo por Leonel Lienlaf, en su primer y único libro hasta este momento; en fragmentos significativos de la poesía de Elicura Chihuailaf, y también en algunas zonas de la poesía de Lorenzo Aillapán, quien fuera ganador del Concurso Casa de las Américas el año 1993 ó 1994. Pero yo creo hoy día en Chile es bastante fácil pisar el palito. De pronto, verte permanentemente elogiado o escuchar permanentemente que te estén diciendo “qué bonito lo que hacen,” “qué bonito que ustedes incorporen a la naturaleza en su poesía,” “qué bonito que sean tan emotivos que uno se emociona con sus poemas.” Y yo creo, claro, que parte constitutiva de la poesía mapuche o escrita por gente mapuche es una poesía altamente emotiva como lo han demostrado también algunos estudios de Iván Carrasco, señalándolo como un rasgo destacable. Pero yo creo que ahí se produce una serie de equívocos en la zona que están estructurando estos escritores. Los equívocos son, a mi juicio, primero, confundir escritura con oralidad. Es decir, estos poetas no han sido conocidos porque cantaran poesía o porque recrearan de manera oral la poesía tradicional mapuche sino que han sido conocidos por sus libros. Entonces, lo que hay en sus libros es escritura poética, no es un disco compacto donde tú escuches la voz de un cantor mapuche, de un ulkantufe, sino que lo que estamos leyendo son poemas y como poemas están vinculados de alguna manera a la poesía chilena del siglo XX y del siglo XXI, como a toda su historia. Y a todos estos escritores creo que de una u otra manera se les puede buscar el parentesco literario.
Ahora también es indudable que por su filiación étnica y cultural estos escritores también tienen una gran carga cultural propia. Ahora, lamentablemente en algunos casos, se ha llegado a ofrecer un producto literario facilista y eso mata la poesía de cualquier persona, de cualquier escritor. En ese sentido, yo creo que lo que ha ocurrido es que todas estas demandas por lo exótico, por lo diferente, sin ver más en profundo, convierten un tipo de escritura que es muy interesante en algo que es a veces banal, que no pertenece estrictamente a la poesía, que me parece que es una fuerza profunda, de indagación y de exploración muy profunda. Entonces, como ocurre con otros poetas mayores como Nicanor Parra, que constantemente se repite, que constantemente está escribiendo cosas que no tienen valor como poesía ni como antipoesía ni como nada, entonces, esto ha pasado también con los poetas mapuches. Existe una sobrevaloración, existe en ciertos casos un facilismo escritural amparado en que es algo distinto, que pertenece a una etnia determinada. También yo creo que existe mucha confusión de parte de los propios escritores y también de parte de quienes han levantado este tipo de tendencia literaria en Chile. Creo que es fácil en algún caso decir “qué bueno que tiene cosmovisión, qué bueno que tiene una cultura distinta, una religiosidad distinta,” pero resulta que la realidad mapuche actual es una realidad bastante cruel. Hay una tragedia allí y hay una realidad sociocultural y política de la cual esta poesía no da cuenta en general. Hoy día, el ochenta por ciento de la población mapuche es urbana, es gente que ha crecido y ha vivido en la ciudad, cuyos padres también han crecido y vivido en la ciudad. En algunos casos, hasta los bisabuelos han crecido y vivido en la ciudad. Todo eso, de alguna manera, hace que el estar cantando un mundo perdido lleve a darle la espalda a una realidad que es mucho más urgente, que es: qué pasa, cómo se va reconstruyendo la cultura, cómo se va mestizando la cultura, cómo va sobreviviendo esta cultura en los cinturones marginales de las ciudades, en los círculos intelectuales. Qué sé yo, hay una enorme diversidad en la población mapuche que yo creo que algunos de estos escritores no recogen y se quedan empantanados en una realidad idílica y estereotipada de un pasado que a veces uno ni siquiera puede saber cómo fue.
Trujillo: Ante lo que acabas de decir, podemos deducir que tú eres hombre de ciudad, de padre también nacido en la ciudad, no sé si de abuelo de ciudad, pero conoces muy esta situación. En la ciudad, en el pueblo, en la población, en las áreas suburbanas donde reside una comunidad mapuche, ¿se ha mantenido la lengua?, ¿se ha mantenido la tradición oral?, ¿se ha mantenido el cantor al que tú has llamado ulkantufe?, ¿se ha mantenido verdaderamente esa cosmovisión mapuche o ahora simplemente el poeta y el intelectual mapuche, como cualquier intelectual que ama sus raíces, se aferra al deseo de recuperar aquello que ya se perdió?
Huenún: En la ciudad se ha perdido la lengua, el mapudungún. No son muchos, sobre todo en la zona de Temuco que es la zona más tradicional en cuanto a aspectos culturales mapuches. En esa zona, en la ciudad, no se habla mapudungún. La gente mapuche no habla ya mapudungún en términos generales aunque por supuesto que habrá excepciones. La gente mapuche en la ciudad forma parte de la marginalidad urbana. Yo diría que lo que se conserva es una actitud, una especie de secreta tendencia inevitable a mantener viva la tradición de los sueños, a contarse los sueños en la mañana, cosa que también ocurre en otros sectores de la población rural y urbana chilena, pero la gente mapuche en general cree mucho en los sueños, en descifrar los sueños, y en los últimos años algunas organizaciones mapuches están recreando la cultura, recuperando algunos elementos culturales, algunas celebraciones, fiestas, conmemoraciones para rearticular en la ciudad a esta gente, para rearticularse como pueblo distinto. Fiestas como el nguillatún, por ejemplo, que en algunas ocasiones se celebran (en realidad, el nguillatún es un rito de fertilidad). El nguillatún está muy presente en toda la zona rural, todavía se realiza con mucha sistematicidad. Pero en la ciudad ocurre una cosa muy extraña que es la recuperación de La Celebración del Año Nuevo Mapuche. Se llama wetripantu. Esta celebración ocurre entre el 21 y el 24 de junio. Generalmente se celebra el 24 de junio y se mezcla con el día de San Juan. Esta tradición en muchas zonas rurales mapuches se había perdido. La gente ya no celebraba wetripantu sino que celebraba San Juan. Pero la gente de la ciudad, los mapuches urbanos, sobre todo en el ámbito estudiantil y organizacional, en un trabajo de activismo político y étnico empezó a rearticular esta fiesta y a darle una connotación, en muchos casos, bastante política. Reunirse para ser de nuevo mapuches celebrando este año nuevo que coincide, precisamente, con el cambio de estación de otoño a invierno, con el surgimiento de los nuevos brotes de los árboles que en la tradición mapuche sería el ingreso a otra etapa de fertilidad terrestre. Entonces, hay por una parte toda una indagación y una búsqueda de las tradiciones ancestrales y por otra parte, al recuperarlas se recrean, se rearticulan y de alguna manera se intenta hacer participar en esos ceremoniales a una gran cantidad de gente que nunca ha tenido la posibilidad de sentirse parte de un pueblo. Paradojalmente, en los campos, esta celebración, el wetripantu sobre todo, no se realiza. Entonces está esta tendencia en la ciudad de parte de los mapuches urbanos de recrear ceremoniales y fiestas como para ir reconstituyendo la identidad de alguna manera. No es como antes. Seguramente también hay mucho voluntarismo y eso hace que la fiesta no sea como tal vez fue hace cien o doscientos años.
Trujillo: Has dicho que esta gente nunca o durante mucho tiempo no se había sentido parte de un pueblo. ¿Piensas que el mapuche se siente chileno? ¿Se siente chileno marginal? ¿Se siente chileno de segunda clase? ¿Se siente mapuche? ¿Siente que mapuche es su nacionalidad, su identidad única?
Huenún: A mi juicio, la gente mapuche se siente a la vez chilena. Los mapuches llevan con mucho orgullo la bandera nacional de Chile. Incluso he conocido mapuches que se visten de huaso para el dieciocho porque para ellos es algo natural respetar ciertos símbolos. Yo recuerdo que asistí a una ceremonia de iniciación de una machi y había un rito que era hacer sudar un caballo y quien lo montaba era un mapuche que iba vestido con un chamanto de huaso y llevaba la bandera chilena. Lo cual puede parecer muy extraño desde el punto de vista de las personas que tienen una posición más radical porque también hay mapuches que no quieren nada con el Estado Chileno, y la bandera de Chile y el escudo y todos los demás símbolos son elementos que hay que destruir. Pero yo diría que el mapuche común y corriente, campesino sobre todo, es un mapuche respetuoso de estos símbolos. Algo lo une a estos símbolos. Y de alguna manera ellos se sienten, ellos saben que son mapuches campesinos que pertenecen a una raza distinta, a un pueblo distinto, pero existe esta situación de que ellos comparten en estos símbolos algo tal vez mucho más profundo, tanto así que yo no podría decirte en este instante qué es lo que ellos sienten.
Trujillo: Por lo que has dicho pareciera que la bandera y todos esos símbolos más que representar para la gente un estado o una nación, representan un territorio, la pertenencia a una tierra.
Huenún: Yo creo que por allí debe ir el entender porque en la situación de conflicto que vive el Pueblo Mapuche con el Estado Chileno hay grupos más radicalizados que han optado por una actitud confrontacional con todos estos símbolos y con el Estado de Chile en general. Yo creo, por ejemplo, que a nivel literario no hay una indagación en estas situaciones. Al contrario, se nos plantea en algunos casos que el mapuche es generalmente puro y generalmente recuerda solamente lo que pertenece a su cultura, como conocimientos ancestrales de carácter esotérico, de carácter cosmogónico. Sin embargo, sabemos que el mapuche vive malamente, en una pobreza que en muchos casos es extrema, pero el mapuche tiene su radio o tiene su televisor, y en la radio escucha música mexicana y escucha las noticias. Allí hay una situación que es real y que es que el mapuche ha ido cambiando, incluso el mapuche más campesino más de comunidad. Allí ciertamente hay una evolución porque la sociedad mayor o sociedad dominante está presente siempre. Hay una interrelación ahí.
Trujillo: Y me parece que es algo que tampoco se puede evitar. Pienso que sería peligroso decir yo quiero hacer esto o esto otro evitando a la fuerza una parte del desarrollo de la persona y la comunidad.
Huenún: De alguna manera la gente mapuche campesina que es en cierto modo el modelo que se puede seguir para detectar una pureza cultural, es gente que también está bastante, yo no diría aculturada porque mucha de la gente de campo sobre todo en la Novena Región mantiene el mapudungún como el idioma que se habla a nivel familiar, gente que mantiene su participación plena en el nguillatún, todas las familias de un sector participan en este ceremonial que es tan importante para el mapuche. Participar en este ceremonial evita muchas desgracias. Entonces, la idea es que todo el pueblo y toda la comunidad se reúna en este lugar para enfrentar el mal, para poder eliminar el mal durante un tiempo. Por lo tanto, a pesar de que el mapuche está permanentemente lidiando con muchas instancias y situaciones que vienen de la sociedad mayor o sociedad dominante, chilena, mantiene elementos culturales propios también. Entonces, yo no diría que hay una esquizofrenia cultural en este caso sino que se está planteando una combinación, un sincretismo permanente porque, lamentablemente, así están las cosas. Hay cosas que no se pueden evitar.
Trujillo: ¿Cómo te sientes y cómo se sienten tus otros amigos, colegas y/o coterráneos, poeta mapuche, poeta chileno, poeta en castellano, poeta en mapudungún o poeta nomás?
Huenún: Bueno, yo siempre lo he dicho, soy un poeta de origen mapuche, pero también soy un poeta mestizo. No puedo desconocer a mi madre como para otorgarme un sello de pureza racial y cultural. Soy un mapuche criado en la ciudad, formado en la escuela chilena urbana. Soy un mapuche que tuvo acceso a la educación superior y un mapuche que tiene acceso a un mundo cultural y artístico al cual no tiene acceso una gran mayoría de mapuches y de chilenos. Tengo una formación permanente en un ámbito que es estrictamente occidental. Estoy permanentemente vinculado a escritores, a poetas, a pintores, a profesores y a gente amiga que no pertenece estrictamente al mundo mapuche tradicional. Entonces, yo creo que en realidad soy un poeta de origen mapuche-mestizo, que tiene la intención de hacer del ejercicio y la práctica poética algo fundamental en su vida y, por lo tanto, como poeta soy primero poeta, me importa primero la poesía como expresión artística, como expresión de cultura, como expresión del manejo de unas ciertas herramientas verbales. Pero como persona de origen mapuche, también tengo opinión respecto a lo que pasa, a los problemas coyunturales, contingentes, de la gente mapuche. Estoy vinculado a eso porque es inevitable. Tú sabes que en Chile los escritores tenemos una formación opinante. De hecho, casi siempre tenemos la necesidad de opinar y también se nos obliga a opinar sobre determinados temas que son de tipo sociopolítico, culturales. Como tal yo soy un poeta de la tierra, pero también un ciudadano de la página.
Trujillo: En otras palabras, tu poesía es lo que eres tú, sin más explicaciones.
Huenún: Claro. Yo creo que mi poesía es el reflejo de un sujeto que es el producto de una mezcla de razas y que es producto también de mezclas culturales, que es producto de su tiempo también.
Trujillo: Hablando de producto de su tiempo y mezclas culturales, mezclas de razas, occidentalismo. ¿Con qué poesía, con qué poetas, con poetas de qué tiempo te sientes y te has sentido más conectado a lo largo de tu trabajo?
Huenún: Los poetas de lengua española, por supuesto, poetas españoles, poetas de la generación del 98, poetas de la generación del 27, poetas del Siglo de Oro español, que es lo primero que uno empieza a conocer en la enseñanza regular del país. Posteriormente, empiezo a reconocerme en poetas fundamentales y poetas fundacionales como César Vallejo, como Pablo de Rokha, como en Pablo Neruda y su gran obra que es Residencia en la tierra; en todo lo que es la prosa de Gabriela Mistral que me interesa más que su poesía. Poetas centroamericanos como Cardenal, como Roque Dalton, como Joaquín Pasos, como Carlos Martínez Rivas; poetas norteamericanos como Ezra Pound y Eliot y muchos otros. Poetas griegos como Elitis, Seferis, Ritzos, Kariotakis, Kavafis. Con esto quiero decirte que como poeta soy un sujeto permeable, absolutamente permeable porque yo creo que una de las grandes herramientas del poeta es precisamente indagar y leer, profundizar en la lectura de escritores de todos lados y de todos los tiempos. Como decía Armando Uribe “la poesía no tiene progreso.” Un poema de Safo es tan intenso, emocionante y complejo como tal vez un poema de César Vallejo. Entonces, reitero la frase de Armando Uribe Arce, “en poesía no hay progreso” y por eso mismo el poeta debe indagar en las poéticas y en los trabajos líricos de todos los tiempos y de todas las lenguas a las que pueda acceder.
Trujillo: Hablando de proceso, pero al mismo tiempo hablando de esto, de que la poesía no pasa, no tiene tiempo. Háblame un poco de tus libros Puerto Trakl y Ceremonias. Este fue el primer libro que concebiste como tal o antes tuviste algún otro corpus poético que armaste como libro.
Huenún: Yo empecé como todos escribiendo poemas sueltos, poemas que no tenían una relación y que no pertenecían a un proyecto escritural. Es decir, poemas que nacen del instante, que nacen de cierta necesidad de expresarse, y durante mucho tiempo estuve escribiendo de esa manera. Poesía intermitente, poesía suelta, poesía no vinculada. Luego me di cuenta de que no era un camino apto para mí, que yo necesitaba estructurar un trabajo organizado, por lo menos, en términos formales. Sabemos que la poesía tiene mucho de irracional, pero a mí se me dio la idea de construir un libro de poesía que estuviera relacionado, que no fueran solamente poemas encontrados por aquí y por allá, la idea de construir una narrativa poética también, ambos libros míos, Ceremonias, que es el primero, y Puerto Trakl, que es el último libro que se me ha publicado, son proyectos escriturales, son libros que se han ido construyendo en términos de establecer una relación entre un poema y otro, aunque también está presente la idea de que cada poema funcione por sí solo. Pero también por debajo de cada uno de estos libros hay una ideología poética, si se puede llamar así. Mi intención al escribir Ceremonias fue construir, precisamente, un libro que fuera el resultado de mi mestizaje biológico y cultural, y que se fundamentara en un recorrido ritual por ciertas zonas y ciertos aspectos culturales mapuche-huilliche específicamente. Y, además, un recorrido genealógico. Gran parte de los poemas de Ceremonias son poemas que están relacionados con mi familia indígena precisamente. Por lo tanto, también fue un intento por llegar a comprender poéticamente este mundo fracturado, este mundo permanentemente en conflicto y llenándose permanentemente de polvo. La situación de los mapuche-huilliche es bastante particular en el sentido que ahí se presentó una situación de invasión y de supresión bastante más marcada que en La Araucanía. Pienso en la gente mapuche desde la zona de Valdivia hasta Chiloé. En todo caso, mi libro se establece en la zona de San Juan de la Costa, provincia de Osorno, fundamentalmente, y ahí empiezo a indagar en una serie de discursos, de ritualidades, de simbolismos que intento unir poéticamente en el libro. Por lo tanto, es también un libro exploratorio, un libro indagatorio tanto en mi propia cultura como en términos de la poesía misma. Hay mucha mezcla en este libro. Hay documentos legales, prosa, verso rimado, verso libre, mezclas lingüísticas. Creo que fue el producto de estar en un proceso permanente de hibridaje. Primero yo y, luego esta visión proyectada hacia la cultura huilliche que todavía está vigente en algunas zonas de Osorno.
Trujillo: ¿Cambio, búsqueda, deseo de cambio, otra línea…?
Huenún: Puerto Trakl es el resultado de la necesidad de cambiar, de girar. Puerto Trakl también es el resultado de un intento por no caer en el estereotipo de poeta de origen indígena, Puerto Trakl es la desmarcación del poeta Huenún de este grupo de poetas indígenas que estaban escribiendo fundamentalmente poemas bucólicos con algunos toques de indigenismo y mapuchismo, por decirlo de alguna manera, que en ese instante llegó a hacerme chirriar los dientes. Y no porque yo tenga animadversión contra estos poetas sino porque yo veía que la poesía no estaba cumpliendo consigo misma, no estaba construyendo un mundo poético sino reiterando permanentemente un discurso y volviéndolo cada vez más débil, más gastado y más complaciente. Entonces, Puerto Trakl es, de alguna manera, un giro para entregar un libro de un poeta mapuche que no es un libro mapuche. En términos de anécdota y de utilización de recursos estilísticos no hay allí una presencia de los discursos tradicionales mapuches, no hay nombres mapuches, no hay nombres, en realidad, en ese libro. Es un libro, como señalé en algún momento, escrito en un español ascético y neutral. Y es un libro que no pretende ser un libro frío pero es un libro que de alguna manera tiene tendencias metafísicas y metapoéticas. Es un mundo cerrado sobre sí mismo. Es un libro escrito con las armas de la poesía y no con armas que pudieran provenir de mundos externos a la poesía. Entonces, mi intento con este libro es el de desmarcarme de un discurso que se ha hecho trivial.
Con esto no quiero decir que yo no vaya a seguir escribiendo una poesía que tenga vinculación con lo étnico, puesto que tengo el derecho a hacerlo, pero yo creo que el poeta tiene el deber de indagar y de buscar, y debe darse esa libertad de buscar y de tratar de encontrar nuevas maneras de decir sus obsesiones.
Trujillo: Siguiendo el camino de la indagación y la búsqueda, ¿qué proyectos hay en este momento en desarrollo o en vista, proyectos de escritura, de investigación, de lectura? ¿Qué proyectos propiamente literarios tienes en mente?
Huenún: Estoy embarcado en el proyecto de un libro de poesía que se llama Reducciones, que retoma algunos aspectos presentes en Ceremonias, que pretende profundizar en eso. Es un libro que tiene alguna carga política en el sentido de hacer patente situaciones reales, contemporáneas, de la sociedad mapuche. Es un libro que pretende utilizar algunos recursos de la etnoliteratura tradicional mapuche, poner mucho énfasis en el desarrollo de una lírica onírica, de una lírica vinculada a todo lo que es el pewma, los sueños, desarrollar aun más este discurso mapuche que es el nutran que es un tipo de relato híbrido también, donde se mezclan cuentos, consejos, relatos históricos. De alguna manera es un proyecto que espero terminar el próximo año (2003) para poder imprimirlo. Es un regreso, puesto que estos libros están relativamente vinculados. En el último poema de Puerto Trakl dice “vuelvo a mis antiguos días,” entonces, yo retorno a estos antiguos días. “Mis antiguos días” es la frase que señala mi vinculación a lo indígena mapuche-huilliche específicamente.
Trujillo: ¿Estás conectado a otros poetas, intelectuales, músicos y artistas mapuches?
Huenún: Tengo una muy buena relación con poetas de la zona de Osorno, como Bernardo Colipán y Paulo Huirimilla que es un joven y talentoso poeta de Calbuco, afincado en Osorno hace muchos años. Con Leonel Lienlaf no nos comunicamos demasiado porque él vive permanentemente en Santiago o en otras ciudades del país, pero las veces que nos encontramos logramos comunicarnos por una cuestión de generación. Tenemos una cierta sensibilidad en ciertas materias semejantes. En Temuco, yo estoy participando en una institución que se llama Liwén, que es un centro de estudios y documentación mapuche donde el punto central es una biblioteca con documentación relativa a lo mapuche, muchos libros no reeditados, con mucho material documental, memoriales de gobiernos regionales desde la fundación de Temuco y de la provincia. Hay mucho documento histórico ahí.
Trujillo: ¿Dónde han encontrado todos esos documentos?
Huenún: Esa documentación se ha ido recopilando. Bueno, Liwén tiene ya doce años y durante todo ese tiempo quienes han participado de esa institución han ido recopilando mucho material, fotocopiando documentos en la Biblioteca Nacional, yendo a bibliotecas de pueblos, yendo a parroquias, yendo a juzgados y municipalidades, recopilando material que no está articulado como material informativo histórico, pero que obviamente son fuentes muy importantes para la reconstrucción de la historia mapuche. La historia mapuche hasta el momento ha sido contada por intelectuales chilenos o europeos y no ha tenido una contraparte o una contraversión hecha por intelectuales mapuches. En este centro está esa iniciativa, utilizar todas estas fuentes documentales, toda esta bibliografía con el objeto de llegar en algún momento a estructurar una historia del pueblo mapuche desde la perspectiva mapuche.
Trujillo: Entonces, tú me dices que no hay ninguna Historia del Pueblo Mapuche ni Historia de la Resistencia Mapuche escrita por un mapuche.
Huenún: No hay nada así. Lo que se conoce es lo que han publicado José Bengoa y algunos otros estudiosos, antropólogos y sociólogos, pero nada desde la perspectiva de un intelectual mapuche que es lo que estamos en vistas de realizar. En ese centro de estudios y documentación estamos también levantando un proyecto editorial que pretende publicar una serie de documentos y de textos que no se han reeditado. Por ejemplo Los estudios araucanos de Rodolfo Lenz, cuya última publicación fue en 1930, me parece, y una serie de libros que están divididos en tres áreas de publicación. Tenemos ahí un área de escrituras creativas (poesía, narrativa, recopilación de relatos orales); una línea de edición de libros documentales e históricos, y una línea de publicación de libros de investigación y de lingüística, que considera la publicación de gramáticas del mapudungún, textos pedagógicos para la enseñanza del mapudungún. Es un proyecto bastante ambicioso del cual ya hay algún producto. Ya se han publicado dos libros, ambos de Manuel Manquilef, precisamente el primer escritor mapuche conocido.
Entonces, mis proyectos en términos intelectuales vinculados al activismo mapuche tienen que ver con la generación de esta editorial y con la investigación.
Trujillo: Volviendo al primer tema, aquello del estereotipo del poeta mapuche. Ya hemos hablado bastante y está muy claro lo que tú piensas, pero sabemos que hay un grupo de poetas mapuches que empezó a emerger hace un par de décadas, porque, si mal no recuerdo, Elicura Chihuailaf empezó a ser conocido hace unos veinte años, pero la aparición de un grupo de poetas mapuches se comenzó a dar hace unos doce o quince años. ¿Quién es más culpable del estereotipo, los propios poetas o la sociedad chilena que ha tratado de apoyarse en ellos y empujarlos como grupo o como una generación para demostrar que en la sociedad chilena de descendencia europea también existe una poesía del otro?
Huenún: Yo creo que aquí hay responsabilidades compartidas. Yo creo que la institución literaria chilena tiene mucha culpa como también las instituciones intelectuales y sociopolíticas del país. Como te decía unos días atrás, en literatura aparentemente nada es inocente. Que emerjan poetas mapuches en un país que nunca ha reconocido o nunca ha tenido una relación fraterna o respetuosa con el otro, con el diferente, tiene la posibilidad de una ganancia política a nivel nacional y a nivel internacional. Presentar en una feria, por ejemplo, a dos o tres poetas mapuches o enviarlos al extranjero o hacer antologías donde aparezca esta gente o entrevistarlos en los medios de comunicación masiva, da la idea de que vivimos en un país abierto a la diversidad y eso evidentemente constituye una ganancia política para quienes controlan esta situación. Sabemos que acceder a ciertos estratos de la sociedad es muy difícil en Chile, sobre todo para un mapuche pobre. Entonces, por una parte, se da la falsa imagen de que todos los mapuches podrían llegar a estos podios, a estos estratos o alturas de la sociedad chilena y, por otra parte, la necesidad que hay en los circuitos intelectuales de encontrar material fresco, vivificante. Creo que la poesía chilena en algún momento ha vivido un proceso de esterilidad y creo, además, que la poesía latinoamericana en algún momento ha vivido momentos en que no pudo o se estancó o se repitieron estéticas y no desarrolló algo más novedoso. Entonces, bueno, aparece Leonel Lienlaf, apoyado por Raúl Zurita, y en ese mismo instante se declara que en Chile existen poetas mapuches. Y tú ves cómo la prensa y cómo los críticos de ese tiempo son relativamente honestos y dicen “desconocíamos esta tradición; no sabíamos que existía.” Ignacio Valente dice, con respecto a Lienlaf: “Yo no puedo criticar a este poeta porque no tengo conocimiento de su cultura. Me es imposible criticarlo, no puedo aplicarle a él los mismos parámetros que le aplico a los otros escritores chilenos.” Entonces, qué te da a conocer eso. Hay una especie de restarse que de alguna manera significa paternalismo y también significa ignorancia. Entonces, yo creo que esta situación de necesidad de lo exótico o de lo diferente en algunos circuitos intelectuales; de dar a entender que se es un país multicultural en el que se respeta la diversidad y, por otra parte, por parte de los poetas mapuches de sentirse complacidos por el gran interés que comienzan a despertar sus escritos, van configurando un cuadro bastante complejo, donde hay varias fuerzas que están tirando y aflojando. Por una parte, los poetas empiezan a ser poetas autocomplacientes, no critican su propio trabajo, y, por otra parte, la sociedad les palmotea la espalda permanentemente y eso hace que se olviden de que en definitiva el poeta tiene que estar siempre con las antenas dispuestas a ver lo que está sucediendo, y lo que está sucediendo en su sociedad.
Trujillo: Disculpa el comentario marginal, pero en relación a lo que me dices de Leonel Lienlaf, pareciera que para llegar alcanzar cierto prestigio en la poesía chilena, el joven poeta mapuche ha necesitado el aval o el apadrinamiento de un poeta de prestigio en el contexto nacional. Según lo que sabemos de la aparición de Leonel Lienlaf en el ámbito de lo público, nacional, es muy parecido a lo que pasó con Elicura Chihuailaf. Yo puedo decirte que yo vi el nacimiento público de Elicura como poeta, que se produjo en un gran Encuentro de Escritores realizado en Temuco en 1982. Puedo decir que su primera aparición ante el gran público se produjo apadrinado por Enrique Lihn. En uno de los tantos recitales que hubo en un local ubicado frente a la Plaza de Armas de Temuco, Lihn subió al escenario a leer su poesía, pero antes de iniciar su recital dijo a la concurrencia: “antes de leer mi poesía quiero leer la poesía de un gran poeta que acabo de encontrar aquí, un joven poeta mapuche que se llama Elicura Chihuailaf.” A mi parecer ese día se produjo la brillante aparición de Elicura en el firmamento poético nacional, con el respaldo de la respetada autoridad de un poeta mayor, lo que no me parece mal, en absoluto. Lo que quiero decirte es que se repite el canon. Para ambos poetas mapuches ha sido necesario el apadrinamiento de la poesía oficial chilena para ser reconocidos en el medio nacional. Ni Lihn ni Zurita han inventado a estos poetas ni a esta poesía puesto que la poesía mapuche ha existido desde siempre, pero en ambos casos fue necesario el apadrinamiento de un poeta de gran prestigio en la sociedad chilena.
Huenún: Lo que ha existido siempre es una etnoliteratura tradicional muy rica y bastante compleja también. Pero lo que tú dices es cierto, de alguna manera el aparataje literario chileno es el que ha dado prestigio a estos poetas mapuches, en lo que yo también me incluyo. Aquí hay una situación muy delicada porque resulta que los poetas mapuches generalmente son vociferantes, en el sentido de que se otorgan el carácter de representantes de la raza. Y resulta que la raza no ha leído a estos poetas y no los conoce y no los va a conocer, y tal vez los conozca un joven o un niño en la enseñanza media o la enseñanza básica cuando sus poemas aparezcan en los textos de enseñanza. Entonces, ¿quién ha levantado a estos poetas? Los ha levantado el sistema literario chileno, el sistema cultural chileno. Entonces, qué capacidad crítica puede tener un poeta que ha sido levantado por el rival. Yo planteo esto en términos de iniciar una discusión en torno a ese tema.
Trujillo: ¿Hay conciencia de esto en el resto de los poetas de tu generación con quienes te relacionas?
Huenún: Yo creo que los poetas del sur de Chile --hablo de Bernardo Colipán y Pablo Huirimilla-- están muy conscientes de eso, porque además ellos cuentan con algunos estudios y son gente que está permanentemente informada no solamente de lo que es noticioso sino buscando elementos, buscando textos, buscando fuentes, para ir entregándose a sí mismos una visión más completa, no una visión maniquea o una visión reivindicacionista absolutamente sino que una visión más compleja de lo que ha sido la interrelación entre la gente mapuche y la sociedad chilena. En ese sentido creo que esta gente, la gente mapuche-huilliche, ha tenido la posibilidad de acceder a una posición más crítica y autocrítica. Los poetas de La Araucanía han tenido la fortuna y la desgracia de surgir en un momento donde hay un alto interés por los estudios etnográficos, en esa zona por lo menos, tanto en universidades tradicionales como privadas. Por lo tanto, sucede ahí que todo lo que venga del mundo mapuche es considerado significativo, válido y digno de estudio. Yo no planteo que lo que provenga de ahí como producto cultural no sea digno de estudio. El modo en que se estudia y los resultados que se obtienen de ese estudio es con lo que yo estoy en desacuerdo.
Trujillo: ¿Cómo ves tú el interés por los poetas mapuches que ha surgido en las universidades extranjeras? ¿Esoterismo, exotismo o real interés y deseo de descubrir lo que hay detrás de la palabra de ustedes?
Huenún: Yo sé que Elicura Chihuailaf, Leonel Lienlaf y, también, Lorenzo Aillapán son poetas que permanentemente están viajando al extranjero, unos más que otros. Chihuailaf creo que es el que más viaja porque él siempre está recibiendo invitaciones. Esta situación es sorprendente por una parte y yo creo que gran parte del interés se produce por la necesidad de conocer una realidad y una cultura distinta; el hambre de otredad que está muy presente todavía en algunos círculos europeos. La gente, aparentemente, quiere escuchar en un idioma ancestral, escuchar una poesía tal vez más cercana a los elementos naturales, una poesía más ritual y una poesía que cause una cierta extrañeza pero también una cierta familiaridad. Creo que en parte se debe también al valor intrínseco de la creación poética de quienes son invitados. Yo creo que la obra de Chihuailaf es significativa, al menos en un par de libros muy importantes. En el caso de Lienlaf, él hace promoción más bien cultural porque va exponer diferentes temas de la realidad coyuntural del pueblo mapuche, el problema de los bosques, el problema de las empresas forestales, el problema de Ralco y las represas. Todos esos problemas contingentes Leonel los expone desde un punto de vista político, desde el punto de vista del indígena, porque además él participa en algunas organizaciones que defienden los bosques nativos y que defienden las zonas donde hay intervención de capitales extranjeros. En el caso de Lorenzo Aillapán, yo creo que él produce mucha extrañeza porque además él es más folclórico, usa atuendos típicos mapuches y tiene todo un discurso vinculado a lo religioso mapuche. Claro que yo no sé hasta qué punto eso corresponde a lo que realmente se vive en términos de real religiosidad en las comunidades mapuches campesinas. Entonces, yo creo que en definitiva esto se debe al interés que presentan los escritos, la literatura como tal, los libros y, en otro gran porcentaje, por la necesidad que hay de descubrir al otro. No sé si lo que se quiere sea tratar de establecer una relación dialógica, democrática e igualitaria o sea simplemente la necesidad que hay de no aburrirse tanto.
Trujillo: ¿Ves la emergencia de un nuevo movimiento de poetas mapuches?
Huenún: Ciertamente hay un grupo de poetas mapuches jóvenes y otro de poetas mapuches no tan jóvenes que se están iniciando en la recuperación de tradiciones orales, etnoliterarias, y que están también recreando esas tradiciones. Ellos están haciendo un trabajo de escritura, pero no se trata de un movimiento organizado. Muchas de estas personas están trabajando de manera solitaria y se han presentado pocas ocasiones para que la gente se reúna en torno al análisis y la revisión de su trabajo. Tal vez ése sea uno de los grandes problemas, que no hay una escuela, momento o secuencia de momentos en que la gente que escribe pueda reunirse. Tampoco se han presentado eventos y lo que hemos tenido fundamentalmente son presentaciones individuales de los poetas más conocidos.
Pero yo creo que en este gran grupo que forman unas 25 personas hay gente valiosa que está tratando de elaborar un discurso literario un poco más profundo y dentro de este grupo me parece muy importante la emergencia de discursos poéticos femeninos mapuches porque me parece que es muy necesario indagar, expresar y testimoniar la realidad de la mujer mapuche, puesto que la mujer mapuche, de alguna manera, mantiene una relación subalterna en su misma cultura por una cuestión de machismo.
Creo que ahí se van a revelar algunas situaciones interesantes. Algunas de ellas ya han publicado. Graciela Huinao, una poeta osornina afincada en Santiago, ya publicó un libro individual, y hay otras poetas un poco más jóvenes, algunas de ellas profesionales que están desarrollando un trabajo de escritura muy interesante y riguroso que en algunos años, imagino, darán como resultado más de algún libro. Creo que aquí se está dando una diversidad también. Están emergiendo nuevas voces, nuevas posiciones; se está dando también una literatura de género y la emergencia de algunas voces vinculadas a sectores sociales más deprimidos. En Santiago hay un grupo de poetas que están vinculados al campamento, a la población, al cinturón marginal de la ciudad, y eso entrega otra visión del mapuche. Si nos amparamos en el dato de que más del 80 % de la población mapuche vive en la ciudad, me parece muy necesario que aparezcan voces que reflejen esa situación.
Trujillo: ¿Notas diferencias entre la poesía de las poetas mapuches y la de poetas no mapuches de la poesía chilena o te parecen que ambas poesías están íntimamente conectadas?
Huenún: Yo creo que la mayoría de estas voces femeninas mapuches tiene una vinculación con la poesía chilena no mapuche, puesto que ha leído poesía chilena y poesía femenina chilena. No estoy muy enterado de cuáles sean exactamente sus lecturas pero entiendo que una parte de ellas sí mantiene relación con otras poetas, sobre todo en Santiago, por lo que allí se produce una comunicación entre ellas, un mutuo aprendizaje y también una vinculación escritural entre estas mujeres mapuche-urbanas que escriben poesía y otras poetas, de la ciudad de Santiago fundamentalmente, con las cuales se establece una relación de género y que, supongo, también ayuda a situarlas, a establecer una visibilidad de esta emergencia.
Trujillo: En tu recital de ayer mencionaste que en el último tiempo han emergido algunos poetas rapa-nui y algunos poetas aymara chilenos. ¿Qué puedes contarnos acerca de eso?
Huenún: Yo tengo noticia de al menos un poeta rapa-nui, de quien he leído su trabajo. Se trata de un poeta que escribe en lengua rapa-nui y que también realiza versiones en castellano de su trabajo. Lo que yo he leído es una poesía bastante naif, pero con mucha dignidad según se presenta en la versión en castellano. No puedo hablar de la versión en rapa-nui porque desconozco la lengua. También sé de un par de poetas aymara que han presentado su trabajo sobre todo en revistas etnográficas y antropológicas. Estos poetas aymara y rapa-nui no han tenido la misma posibilidad que han tenido los poetas mapuches, lo que tal vez se deba a que la población mapuche es mayor y a la conexión de estos con Santiago. Los poetas mapuches han tenido la posibilidad de conectarse de mejor manera con el centro, mientras que los poetas aymara y rapa-nui, imagino que por la distancia y la dificultad de comunicación no han podido vincularse con poetas que los apadrinen o que los ayuden un poco en este camino. Pero yo tengo noticias de la aparición de poetas en estas dos etnias.
El poeta aymara precisamente me contó que hay otros poetas en la sociedad aymara-campesina-altiplánica-chilena. Así que es una realidad que hay que investigar más profundamente y yo creo que estos grupos tienen más problemas en el sentido de dar a conocer expresiones culturales no tradicionales puesto que los rapa-nui, por ejemplo, son constantemente folclorizados. Hay grupos folclóricos que cantan y bailan su música y eso va conformando un estereotipo del rapa-nui, y algo parecido ocurre en el caso del aymara, que parte de su música influye en grupos folclóricos chilenos, pero no hay una superación del estereotipo en ese caso y creo que el problema está en que no han podido conectarse con el centro, que es de alguna manera donde se filtran las nuevas expresiones.