Diario del aseo
Cuelga la toalla en el encorvado caño de la herrumbre.
Un vaho se apiada a cubrir lo maltrecho.
La prisión y la pestilencia no nos abandonan.
Miserable condena
el lento gotear que horada.
Aún sin sangre
El mundo gira
aún sin sangre.
Veloz
en vilo
ardid de macho actor.
Ni aro de luz
ni despiadada empuñadura.
Pieza de museo viviente,
terracota adherida de los años
este final
se comparte.
Retornaré del duelo
Retornaré del duelo
perdido jugador sin monedas ni cartas escondidas.
Yo mismo un vacío –súbita ausencia del mundo.
Mis manos diluidas
en menos, mucho menos que escritura
y lo dicho,
un silencio de bocas mordidas.
Seco al fin,
atestiguo el yermo
y me aboco a contar granos de arena y pan.
Los motivos del lobo
Los brumosos orígenes
lo recibido
- esa herencia que cuesta cargar -.
Dolida mirada de bestia
que escruta
un íntimo bestiario filial
¿confín
refugio
coto de caza?
Toda relación nominal de bajas
es asunto siniestro.
Todo cadáver aleja
el ya mítico jardín primero,
la posibilidad de redención
el dulce manantial de la ubre,
la sutura y el don.
Y allá en lo alto un pedazo de cielo
(…)
La vigilia de un gato
cuenco de tiempo posado en la mesa
observar fijamente
este trunco intento
al amparo de campanarios robustos
hombres cansados de cargar culpas
en las procesiones lastimeras
viejas inmutables
pasan sin mirarnos
a nosotros
los más dichosos
que no arriesgaremos
la eternidad entre los credos
la eternidad que nos auguran
los surcos de los discos
escuchados incansablemente
hasta lo más lejano
lo inesperado
la geometría que impide
el desplomarse de la noche
desde un lecho maternal de senos abiertos.
Niebla y misterio
los cuerpos temblorosos
y Manis Joplin rasgando el desierto
en busca de nuestra sangre.
(…)
Con minuciosidad de boticario
recorro todos los carteles
los frascos de vidrio
las confiterías, las tiendas
y en el fondo de un bar deshidratado
veo mi reflejo y me siento
un gusano aferrado a los últimos vahos del mezcal.
Las ciudades son grandes mecánicas
que te alejan sin cesar.
huyendo doblo una esquina con mis bíceps de hierro
y me muerde una boca de lobo.
La luna, francotirador infalible
me ha encañonado sin remedio.
Una bala con fulguraciones de plata
hollará mi corazón
entretenido en la venganza.
(…)
Lentamente
ahora que ya debiera estar muerto
u olvidado al menos
tu nombre comienza a renacer
lentamente
letra por letra
como cuando nos conocimos
y así
de a poco
las ventanas comienzan a desempañarse
las puertas crujen discretamente
y tímidos y cabizbajos
los humos de los cientos de cigarrillos fumados con furia
se deslizan
a los rincones más invisibles
más silenciosos.
Evocación
Se perdieron las voces en un desierto de lamento.
Ahora que lo evoco
Entre brumosos acercamientos de la memoria
Se estremece la osamenta
Ajada en tanto trajín de ilusiones
- Ya pasto de las llamas –
Aferradas trágicamente al cada día más pobre cuerpo
De su único errante peregrino.