Los exterminadores
1
Los exterminadores celebran interminables fiestas.
En los sindicatos
se inyectan las venas
y beben hasta el naufragio.
Cuidan de sus trajes
y sus cascos
como quien se encariña de su mascota
y aceitan sus máquinas con esmero.
Con la dedicación aprendida en las escuelas
pasan las largas jornadas de tedio
repartiendo naipes
y tirando dados
repartiendo naipes
y tirando dados.
2
Al sonido de las sirenas
preparan las mangueras
dejan de lado las revistas y los diarios
enfundan las armas
y apuntan en la pizarra
con la seguridad de manos
de quien está dispuesto a disparar.
“¿Me estás hablando a mí?”
3
Los exterminadores parten en sus coches de resolana
altivos y consagrados a sus meretrices
conservan en frascos el hálito de la muerte
despuntan las gafas oscuras
y rondan al viento por las calles desiertas
robustos y resueltos
en un largo y tumultuoso clamor
como de mil puños.
4
Atentos al movimiento de las ratas
los exterminadores surcan los espacios resinosos
prenden fuego a las cuevas malolientes.
¿Hay algo más aquí?
¿Acaso no son lo mismo las ratas que los hombres-rata?
Entonces resuenan los chillidos exasperantes
el aullido residual de las criaturas
desvastadas por la boca de fuego.
5
Las máscaras repelen el gas de los pantanos
imprecisos movimientos conducen
a pasillos bajo las gradas.
“El arma es mi fiel compañera”.
6
Adentrados en los laberintos
los exterminadores mudan sus rostros
reparan en la constreñida atmósfera.
Cansados y medrosos
dan pie atrás
y vuelven pensativos y cabizbajos a los cuarteles.
“La cancha ha sido desmalezada, mi capitán.
Solicito retirarme a mis aposentos”.
7
En medio del silencio posterior al fuego
los exterminadores más viejos
recurren a las fotos de sus esposas
apuntan a lo ingrato del trabajo
y se vuelven a las ventanas de los cuarteles
a perder la mirada en los techos de zinc.
En un rincón alguien se pone a ver El vengador anónimo.
8
El jefe deja entrever con voz firme:
—Un exterminador no debe sufrir por la memoria.
Su trabajo consiste en matar todo recuerdo.
El orden de las cosas
debe estar por sobre todo.
Las ratas deben salir de sus cuevas.
Las traen consigo
los vicios
la enfermedad de los pobres
y habitan hasta el más inútil
rincón olvidado.
Hay que ser firmes y actuar con celeridad.
9
Un exterminador —adusto— responde:
—¿Qué hacemos con los pequeños-niños-problema?
Algunos venden flores en el Barrio Estación.
Otros se quedan en las esquinas y se disputan la mercadería.
Muchos inocentes mueren por culpa de estos giles, mi capitán.
10
Sentencia en el cuartel
—Consolación por la palabra,
Pietro Caselmiri, 1486—:
“Alguna vez
en otro planeta
el ser humano recogerá su esencia
aprenderá de sus mezquindades.
Las desgracias humanizan al hombre”.
Villa de las ánimas
1
Estuve en Villa de las Ánimas
alrededor de cinco meses.
Me colgaron de las manos y los pies.
Sentí ratones mordiendo mi vagina.
Tengo mis pezones amoratados.
Me duele la espalda al caminar.
M.U.
2
Estuve en Villa de las Ánimas
dos meses.
Una noche intenté escapar.
Me tomaron entre cinco y me golpearon.
Uno de ellos puso su pistola en mi cabeza.
Tras el gatillo sentí un desmayo.
J.C.
3
Estuve en Villa de las Ánimas
un mes.
Mis hijos nada saben.
Tampoco mi nuevo esposo.
A veces me preguntan porqué lloro.
Les digo porque estoy feliz
de tenerlos a mi lado.
J.D.
4
Estuve en Villa de las Ánimas
tres meses bien alimentado.
Mi caso fue ampliamente
reporteado.
Revisa las revistas y los diarios.
Ahí tienes todo lo que necesitas.
No quiero recordar nada de eso.
A.R.
5
Estuve en Villa de las Ánimas
cinco días.
No dormí ni comí.
Me tiraron a la parrilla.
Subían el volumen a las canciones de Nino Bravo
y Julio Iglesias.
Al correrse la venda reconocí a un vecino.
Recuerdo también una rejilla de caballito de mar.
La vida no vale nada compadre.
Fueron todos unos perros.
C.C.
6
Estuve en Villa de las Ánimas
alrededor de tres semanas.
Había campo
mucho campo.
Y lindos árboles de tronco añejo.
Me violaron entre tres.
Fui testigo de mi muerte.
M.P.
7
Estuve en Villa de las Ánimas
once días y diez noches
todo incluido.
Nos golpearon y amedrentaron
en un rincón de la piscina vacía.
Escuché el sonido de las avionetas
bajo la carpa militar.
C.B.
8
Estuve en Villa de las Ánimas
cinco semanas.
En la torre, señor
sentía a veces el sonido del candado.
Entonces mi soledad se volvía aterradora.
Tenía miedo porque me iban a buscar.
Era otoño.
Sentía el frescor de la hierba.
J.Q.
9
Estuve en Villa de las Ánimas
dos meses.
Volví al tiempo después.
Estuve en las Casas Corvi.
Lo que más recuerdo
es el olor de las rosas.
R. M.
10
Estuve en Villa de las Ánimas
alrededor de tres meses.
La conocí en el Patio de los Abedules.
Aún recuerdo su bello rostro.
Tenía ojitos de almendra.
La voz muy suave.
Nos contamos nuestras historias.
Lloramos.
Estuvimos abrazados.
No la volví a ver.
J.H.
11
Estuve en Villa de las Ánimas
como tres semanas.
Todo ha sucedido ya.
Nada nuevo puede suceder.
Veo fantasmas en la ciudad.
“Esta puerta permanecerá cerrada por siempre”.
H.M.