Parábola de la soledad
Alguien está solo en su lecho
Y corre a su muerte
Desnudo como dios
Al encuentro de sí mismo
Fumador en una sala de sanatorio
Errante en este vacío
Asumes el aire
De carroña parlante
Y cruzas la ciudad estéril
Cantando / Acaso un salmo apócrifo
El sello de tu desdicha
Moja tu saliva en la palabra
Olvida tu cuerpo de cada día
Olvida tu caída de cada día
Y guarda tu resquebrajado pellejo
Entre las sábanas
Como una sepultada rama
En un camposanto.
Fragilidad del gusano
Cuando cierro los ojos
La tierra es una caverna
Donde el morir es un éxtasis
Y la vida un calvario de orate
Nocturno sobre un dibujo
Así es
A cada cual su sopa
su verso
su desaflorada musa.
Así
Una tarde de ganomos
La maldición derramó su aceite sobre mi calva
Ahora
Escéptico y rabioso
Toco mi flauta de hueso.
Versión del padre
Si sobrevivo aún
Es por mi salvaje pereza
Por tu fatiga deshilando los días
¿Acaso no fui tu pupila en el espejo?
¿Acaso no fui tu alucinado huésped?
A veces Padre mío
En el centro de tu corazón navega
Esta voz de ahogado
Esta marca de bestia acorralada
Feroz a medida que envejece
Uniendo sus pedazos en tus entrañas
Aullando en tus venas su raído cuerpo
Sepultado entre la tierra y el cielo.
Cacería con beso
Una mujer por otra sucia mujer
Tal la mordedura de la puerca.
Un hombre por otro sucio hombre
Tal la mordedura del puerco.
Vía de la luz y la matanza
Pesadilla y rayo
Entre el sol y la ciudad del destierro
Mis huesos arrugan la tierra.
La sombra del sombrero
Por el desolado bosque
Con el tornillo terco de la muerte
Con la hermosura de la fugacidad
Con la envoltura de un bate
Errático y mesurado
Va el bribón y su hostia.
En mi escudo / Heráclito
Todo pasa
El pan / El polvo / el mantel
Mi cuerpo que está en la colina
En la memoria de cada ojo
Tal el morir
Porque el horizonte
No es más que una hoja en blanco.
El resucitado
Porque me hiere un dolor
He resucitado
Para dar pena y cuidados
He resucitado
Para ser por el Tirano odiado
He resucitado
Para bien morir
He resucitado
Jaime Saenz / Alea lacta est
De la altura de los muertos
Un perdido vaho baja tu sombra
La transparencia de la tristeza
Yergue su aliento en la lluvia
Estamos frente a la esfinge
Desolados en el azul profundo
Y me pregunto
Soñoliento / El sabor
De tu escondida imagen
El raro deseo de acariciar tu calavera
Y no saber nada de tu mutismo
Qué alma habrá sido invadida por tu alma
Qué visión invade mi melancolía
Quizás / Tu solitario hálito que es mi búsqueda
Tu júbilo que es el muro que amo
Para pensar en ti / En las grutas que habitas
En las tinieblas y el fuego
Hay que pensar
Que poesía y muerte son una misma cosa.