II- 3
Ibas sin nada que la cubriera
llevaba sus otoños
recogidos
en una cesta
Algunas aves a su paso descendieron
levedad que dejó de ser
junto a la de ella
Entre troncos de abedules
el camino era angosto
Su cuerpo y los árboles
delicadas líneas
que llovían sobre el horizonte
En sus ojos veía claro:
no la dañaba tener los pies
sobre la tierra
II – 9
Vienen
Con sus anchas polleras
se abren paso
entre las flores amarillas
de los cardosantos del valle
Le sonríen al sol
Tienen los pechos desnudos
y pegados a ellos
las bocas de los hijos
que entre sus trenzas
se mecen
Y las multiplican
III - 6
Yerto nadaba el cuerpo de Ofelia
lo cubrían blancas mariposas
que simulaban estar también dormidas
Tenía el cabello
enredado con las algas
y sus brazos eran
ahogados cuellos de cisne
Junto a los míos
entre el follaje
brillaban otros ojos
vencidos por el silencio
No escuché sollozo alguno
IV- 1
Si es tu mano
la que abre la puerta
salgo de mí
15
Una
sobre
otra
las piedras
sueñan
la cima
del monte.
43
Por los techos mudos
resbala
se hunde en la niebla
la tarde
Tu última sonrisa
se oculta
en la humedad
de mi alma.
Miradas dentro y fuera
(…)
Un río de feroces nubes pasa
cortando cabezas de azules eucaliptos.
De la montaña
callada la mirada
se detiene al borde de la vida.
Un grito.
Los ojos van de huida.
El final del arco iris es un pantano.
Ilusiones
(…)
Un arco levemente formado era su cuerpo
recorrido por mis ojos sin párpados.
Juntos éramos una sola silueta
más iluminada y más negra que la noche.
Mi cabello suelto lo decía todo
enredado con el movimiento del infinito.
Pesadas olas en mis huesos
la cabeza perdida
y el instante cálido e inmenso en el que
él y yo
fragmentos
fuimos el todo.