Un adiós definitivo
a aquéllos que se nos van y aquéllos que dejamos ir
Primero
la boca abierta
los ojos blancos
la tez pálida
el sudor corriendo por la frente
y las lágrimas agitadas por las mejillas
un grito que se escuchó en el cielo
luego
el llanto lento y agudo
el dolor profundo
la amargura
la tristeza
el desconsuelo
la confusión
los recuerdos gratos
la culpabilidad
y la despedida vestida de negro
entre sollozos
horas, días, meses, años más tarde
las pesadillas constantes
la ausencia
y los recuerdos tristes.
Ahora
llegó la calma
la serenidad
la conformidad
el desengaño
por fin el olvido
y un adiós definitivo
a aquéllos que partieron
y nunca volverán.
Alguna vez
Todos fuimos felices alguna vez
Todos sin excepción
fuimos felices no lo olvides.
Fuimos felices hasta que tus actos y los míos
Se unieron en una pena capital
Y quedaron impunes
Quedaron impunes.
Entonces el universo se colmó de nuestros pecados
Cayeron de un golpe todas las nubes
Y las olas irrumpieron en el fondo del océano.
Se paralizaron las gaviotas en pleno vuelo
Y Nico mi vecino dejó de visitarnos.
Pero todos fuimos felices alguna vez
Por lo menos una vez.
Los geráneos no han muerto
Hoy
han caído las primeras hojas del otoño
aún no se han muerto los geráneos de mi verano
Ahí están sentaditos en mi balcón
tan rosaditos . . . vivos y coleando.
Eso es mentira lo que dicen los biólogos
que los geráneos mueren apenas llega el otoño
son las hojas de los árboles que se caen muriendo
mientras los geráneos rosaditos siguen vivos.
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La antología del festival, Poesía en Villanova 2010 reune los presentes y otros poemas de Magnolia Pérez Garrido.