Ventrílocuo de sí mismo
Este, como lo hubiera sido otro,
es buen momento para hablarte.
Para que yo te diga lo que piensas.
Adoptaré una pose indiferente,
mientras sujetas con tu mano mi cabeza
y finges una voz que yo haré mía.
Voy dando palos de ciego, esta vida
que llevo / no lleva a ninguna parte.
Me gusta el agua y un par de cosas más
que no tienen sentido para nadie,
ni espero que lo tengan ni debieran,
ni yo quiero empezar a hablar de ellas.
No son intrínsecamente buenas,
pero son algo mejor que las demás.
Nunca entendí, ya ni lo intento,
el valor de una mano en la oscuridad.
No soy tan malo.
Ni busco por el momento serlo,
ser algo o ser nada, qué más me da,
y qué pudiera importarle a nadie.
Me pierden los nervios, me falta valor:
alguien debió quitármelo en la estación
a la que debiste llegar y nunca llegó
más que un autobús de gente urbana,
de personas decentes y trabajadoras,
de inmigrantes que no saben dónde están.
Se apagó el motor, volví a mi casa.
Allí has estado siempre, tan ausente,
fingiendo no mirar cuando te miro.
Te llamo por mi nombre y no respondes
y tengo ganas de gritar que te odio,
que no puedo vivir contigo, que daría
mi vida por sacarte de mi vida.
Algo hay dentro de mí
que no me deja ser yo mismo.
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“Somos lo que somos
Borradores de lo que deseamos ser.”
—Carlos Trujillo
Debajo de la piel no tengo nada:
un trozo de madera que me late
que a veces se me incendia y de repente
vuelve por sus fueros vegetales.
Ya os di todo lo que había
no tengo nada que añadir:
en toda vida hay muerte,
no en toda muerte hubo vida.
No tengo alma de fénix.
Tengo guardada una bala
de plomo y de caramelo
de pólvora y terciopelo
a esta vida tan amarga.
Voy a coserme unas alas
y voy a echarme a volar:
no dejo, de mi memoria,
copia de seguridad.
El ventrílocuo de sí mismo es el título del octavo LP de Antonio Luque (Sr. Chinarro), publicado en 2003.
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La antología del festival, Poesía en Villanova 2010 reune los presentes y otros poemas de Víctor Martín Iglesias.