La primera independencia de Chiloé
A fines del siglo XVIII Moraleda llega a Tenaún, era parte de un expedición científica que exploraba los canales australes para confeccionar una carta náutica que permitiera la navegación segura por estos archipiélagos al sur de toda civilización. En ese caserío a orillas de un mar sin rencores y con un archipiélago de decenas de pequeñas islas boscosas, dice la tradición que se enfrentó a la magia poderosa de la machi de esos parajes, la Chilpilla. Esta tradición que iba de oído en oído y se repetía de boca en boca perduró en los cerebros de los indios sometidos a la esclavitud por los encomenderos españoles, se hizo historia oficial y permanece escrita en los expedientes judiciales del Proceso a los Brujos de Chiloé realizado en Ancud el año 1888. Pero esas verdades oscurecidas por el miedo y la superstición adquieren una dimensión desconocida si las leemos a la luz del racionalismo renacentista europeo imperante en ese tiempo.
La oscuridad tenebrosa de la superstición envuelve a los mitos pero a veces deja entrever rastros de senderos casi borrados por los siglos transcurridos, señales que permanecen camufladas. Buscar la verdad es una tarea paciente, es permanecer agazapados en una espera de años hasta que la espesura deja ver la huella, una casualidad abre un sendero apenas vislumbrado entre tanta maleza y aparece la verdad en su dimensión secreta. En 1713 se apareció por Chiloé la fragata La Découverte que venía a contrabandear y a explorar estos mares. En ella viajaba Duché Gramusset, ingeniero encargado de levantar cartas geográficas de la costa austral, planos y vistas de los puertos, y describir el estado de la agricultura y la industria en estos lejanos lugares. Gramusset era miembro de una de las logias masónicas que durante el siglo XVIII encendieron en sus integrantes la luz de la libertad y la búsqueda de la independencia de los países americanos, y además era un iluminado motivado por el sagrado ideal de llevar y repartir por el mundo la luz del conocimiento. El afán y ansia de todo constructor de universos. Cuando La Découverte llegó a Chiloé los indígenas de esta región fueron a la fuerza obligados a embarcarse como marineros y cargadores en una expedición científica que exploró los canales y archipiélagos australes. Duché Gramusset no fue ciego, sordo y mudo a tanta explotación, ni permaneció indiferente a tanta esclavitud, y para hablar de libertad se reunía clandestinamente con loncos y ancianos de Tenaún y Quicaví lugares donde recaló La Découverte en sus viajes de exploración y contrabando. Buscaba crear entre los indígenas una agrupación masónica para impulsar la independencia de Chiloé, era un iluso pensaran muchos. Un día entrega a uno de los loncos el libro que contenía las reglas y ritos de la masonería. “Un poderoso libro de magia… y una llave de alquimia para entrar al templo”, según declararon un siglo después los indígenas reos en el proceso a los brujos. El templo era una caverna. La nunca encontrada cueva de Quicaví… “Entrar en ella era como descender a la muerte para volver a nacer.”, declararon los acusados. La llave eran los conocimientos para encontrar la Libertad. Eso nunca lo comprendieron… La tradición dice que los brujos realizaban sus ritos y ceremonias en Quicaví, caserío cercano a Tenaún. Su entrada la custodiaba el Invunche, “los brujos al ingresar a sus ceremonias daban saltos extraños y hacen reverencias al Invunche que vigila la entrada”, escribió el secretario del Juzgado sin profundizar en la descripción de un rito de iniciación. En los expedientes judiciales también se relata el enfrentamiento de Moraleda con la Machi Chilpilla. “El se convirtió en diferentes aves y lobo marino y otros seres del mar pero la magia de la Chilpilla fue más poderosa, le dejó su barco en seco…” Es la tergiversación de una analogía mal entendida; es el enfrentamiento de la razón combatiendo los espejismos de la ignorancia.
Otros rastros que permiten sospechar que la Recta Provincia, tergiversada como una agrupación de brujos, fue una sociedad masónica que buscaba la liberación de Chiloé son las lápidas de personas indígenas enterradas en el subsuelo de la iglesia de Tenaún. Lápidas de mármol donde se ha grabado el ojo que todo lo ve, la escuadra y el compás de los arquitectos constructores del universo racionalista y libertario. Tumbas fechadas en los tiempos cuando la iglesia anatematizaba a la masonería como una organización maléfica cuyos miembros eran excomulgados por participar en ritos de características casi satánicas en los años cuando se decía que los hijos de Hiram pisaban un crucifijo al ingresar al salón de ceremonias. ¿Qué significado tiene una lápida necrológica con símbolos masónicos en una iglesia católica? Una incógnita por resolver. Si visitamos los cementerios en los villorrios costeros encontramos tumbas con otros símbolos de gente atea; decían los ancianos. Extraño que en los años cuando no se sepultaba en tierra sagrada a los ateos, ni a los judíos, ni a los protestantes en esos caseríos existen tumbas de indígenas que no están protegidos por la cruz del calvario, símbolo del cristianismo, y los restos del difunto permanecen en su descanso eterno vigilados por el ojo que todo lo ve, y a la sombra de otros símbolos de las logias masónicas.
Dicen los rastros históricos que el culpable es Moraleda pero es una equivocación, casi una injusticia, negar todo merito al ingenuo Duché Gramusset que cuando estuvo en Tenaún quiso crear una logia libertaria para sembrar en la mente de los indígenas la idea de la Independencia de la Buta Mapu Chilwe, y dejó un libro que los indígenas leyeron al revés; aquello que era conocimiento racional se convirtió en magia y maleficios.