Literatura © 2004 Alberto Báez
Primera edición de Casavaria © 2005 Casavaria Publishing
El descubridor de la historia de Don Quijote no se resigna a dar por concluído el relato del hidalgo manchego. Va en busca de Cide Hamete Benengeli,cronista moro de las dos primeras partes,pero celoso guardián de LA TERCERA. Y lo encontró a punto de zarpar de España tras el decreto de expulsión. En la arrebatadora lectura de la tercera parte podremos conocer nuevas gestas y profundas enseñanzas del ingenioso hidalgo y siempre caballero Don Quijote de La Mancha.
PRÓLOGO
Qué larga se te habrá hecho la espera de esta continuación y nueva parte de la industriosa y esclarecida historia del singular hidalgo Don Quijote de la Mancha.
Leíste ya la primera y la segunda parte de este insólito relato que, como recordarás (y quizá añorarás), fue aparentemente truncado, concluso y bien sellado por el sabio moro Cide Hamete Benengeli; en cuyo manuscrito fundamentéme principalmente para dar a conocer al mundo la veraz y vívida historia del caballero manchego.
Esta leyenda, soplo y regalo fue de las musas; que siempre vel-an para que nunca falte sobre la faz de la cultura la "rara avis" del talento y de la virtud....
Viajé a la Alcana de Toledo y penetré en todos y cada uno de sus bazares, comercios, cuchitriles y habitáculos que allí sientan abigarrada y sofocante plaza. Demandé y demandé noticias sobre Cide Hamete. Ninguna obtuve; parecía que una conjura de silencio, a mi entender procurado, custodiaba el tiempo y lugar del moro relator.
Harto compungido salí del barrio morisco con el corazón y el horizonte cerrados... Pero alguien tocóme a la altura de los riñones; volvíme y al bajar la vista di en que era un niño sucio, mas de aspecto pillo y avispado. Sin duda abandonado de pan y ropas.
Antes de empezar a hablarme miró atrás medroso; al ver que nadie se fijaba en nosotros pareció sentirse seguro.
Yo sé dónde está Cide Hamete Benengeli me dijo.
Capítulo XXII:
Sobre la traza y perfil de Don Miguel de Cervantes
El rostro era de intención aguileña, el cabello castaño y encanado, la frente lisa y desembarazada; los ojos vivos, la nariz corva aunque no exageradamente, los bigotes grandes, la barba canosa pero favorable, la boca pequeña. De estatura en fin media, pero buscando más la altura que la bajura.
En punto a la mirada, debió ser distinta y definida porque de ella sigue escribiendo Cide Hamete con rasgos más vigorosos y cuidados. Se detiene y la describe: dice que es de las que atomizan y escrutan. Mirada que parece derribar muros protectores si tuviéralos el que es observado. Son ojos caladores, perspicaces, agudos. Serenos pero sabedores. Mirada que convierte a uno en libro abierto y no en hombre de músculo y huesos. [Siga leyendo...]
El libro se presentará al público por primera vez en Alicante, Comunidad Valenciana, España, la primavera del 2005, 400 años después de la primera edición de la primera parte de la gran novela de don Miguel de Cervantes.
A BRIEF HISTORY:
In 1605, Miguel de Cervantes Saavedra published the first book of El ingenioso hidalgo Don Quijote de la Mancha. 2005 will mark 4 centuries of Don Quijote's influence in the culture of the modern world. Since then, the book has become a fundamental
text in the canon of modern literature. It is said that Quijote contains everything a novel can do, and that others can only rearrange the palette.
DON QUIJOTE DE LA MANCHA, I
por MIGUEL DE CERVANTES SAAVEDRA
CAPÍTULO 1:
Que trata de la condición y ejercicio del famoso hidalgo D. Quijote de la Mancha
En un lugar de la Mancha, de cuyo nombre no quiero acordarme, no ha mucho tiempo que vivía un hidalgo de los de lanza en astillero, adarga antigua, rocín flaco y galgo corredor. Una olla de algo más vaca que carnero, salpicón las más noches, duelos y quebrantos los sábados, lentejas los viernes, algún palomino de añadidura los domingos, consumían las tres partes de su hacienda. El resto della concluían sayo de velarte, calzas de velludo para las fiestas con sus pantuflos de lo mismo, los días de entre semana se honraba con su vellori de lo más fino. Tenía en su casa una ama que pasaba de los cuarenta, y una sobrina que no llegaba a los veinte, y un mozo de campo y plaza, que así ensillaba el rocín como tomaba la podadera. Frisaba la edad de nuestro hidalgo con los cincuenta años, era de complexión recia, seco de carnes, enjuto de rostro; gran madrugador y amigo de la caza. [Siga leyendo...]
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